Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100287
Legislatura: 1889-1890
Sesión: 1 de junio de 1890
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Duque de Tetuán y al Sr. Martínez Campos.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 200, 4118.
Tema: Política del Gabinete presidido por el Sr. Sagasta.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Algo ha suavizado S.S. el argumento; pero en fin, S.S. mismo ha declarado que no son subvenciones de cierta índole, sino de otra no menos beneficiosa. (El Sr. Duque de Tetuán: Subvenciones más beneficiosas). Bueno; son más beneficiosas; luego comprenda S.S. que de cualquier modo hay subvenciones. Pues yo le dicho antes; esos periódicos no tienen nada que agradecernos. Verdad es que nada me han pedido; si me hubieran pedido algo, siendo justo, el posible que se lo hubiera concedido, porque la justicia se la hago a mis adversarios; pero siendo gracia no se la hubiera otorgado, porque maldita la gracia que me hacen ellos a mí (Risas), y en eso me importa mucho la reciprocidad, y la suelo realizar hasta donde puedo; a todos hago justicia; a los amigos favor; pero al que no es amigo, ¿por qué le he de hacer favor, si a mí no me hace ninguno, sino por el contrario, todo el disfavor que puede? Yo no tengo nada que ver con esos artículos, ni tampoco tiene nada que ver ningún Sr. Ministros, porque ¡bien se guardarían los Sres. Ministros de decir cosas que pudieran contrariar las aspiraciones y propósitos de su Presidente! Y no lo hacen, primero, por su propio decoro, y después por la estimación que me tienen.

No ha habido, pues, aquí subvención alguna para esos ni para ningún periódico.

Voy a contestar algunas palabras respecto a lo que dicho S.S. en cuanto al juicio que formó el Sr. Ministro de Gracia y Justicia, de alguno que en su opinión puede no estar dentro del partido liberal; pero lo que S.S. ha leído, está de tal manera dicho, que allí no se cita a nadie. (El Sr. Duque de Tetuán: Por eso lo pregunto). Pero, ¿por qué se ha dado S.S. por aludido? ¡Si no se le citaba a S.S.! Por algo será; luego alguna razón tendría el Sr. López Puigcerver para suponer. (El Sr. Duque de Tetuán: ¿Luego lo supone?) A mí no se me hubiera ocurrido darme por aludido. ¿Por qué se le ha ocurrido a S.S. darse por aludido? La cosa es clara: aquí hay muchos Sres. Senadores, y a ninguno se le ha ocurrido darse por aludido. ¿Por qué, repito, se le ha ocurrido a S.S. recoger la alusión? ¡Ah! Porque allá en el fondo de su conciencia siente S.S. algo de la verdad y de la justicia con que aquellas palabras fueron pronunciadas. (En la mayoría, muy bien, muy bien. ?El Sr. Duque de Tetuán: Me haré cargo de ellas).

Después de todo, Sres. Senadores, es muy cómo eso de decir: ?Yo sigo dentro del partido libera, pero no estoy en el organismo que dirige el jefe de ese partido, y además puedo en ciertos casos apoyar el programa de otros partidos?. Pues yo le digo a S.S. que correligionarios de esa clase me estorban. (El señor Duque de Tetuán: Hace ya tiempo que, con sentimiento, me aparté de la dirección de S.S. antes de que S.S. me apartara). Pues entonces, si está S.S. apartado, no solo de mí, sino del organismo que yo tengo la honra de dirigir, y si además está dispuesto a apoyar el programa del partido conservador, ¿qué liberal es S.S.? ¿Qué correligionario es S.S.? ¿Qué confianza puede inspirar a sus compañeros? ¿Qué confianza me puede inspirar a mí, que al fin y al cabo soy jefe, y jefe del partido liberal? Por manera que comprenderá S.S. que no le faltaba razón al señor López Puigcerver. Yo lo siento mucho, porque desearía tenerle a mi lado; S.S. dice que es liberal; pues si fuera amigo mío, ¡figúrese el Sr. Duque de Tetuán si tendría un valioso apoyo el partido liberal! Pero el caso es que con ser liberal S.S. no ha hecho hasta ahora más que poner obstáculos al partido liberal; y no hablemos más de esto.

El señor general Martínez Campos, a propósito de la pregunta del Sr. Duque de Tetuán, que la ha hecho suya, y por consiguiente debe tomar como respuesta a su pregunta la que he dado al Sr. Duque de Tetuán, se ha metido después en consideraciones que yo no puedo dejar pasar desapercibidas, porque ha hablado S.S. de la cuestión de confianza, ha hablado de la conciliación y de otra porción de cosas con motivo de la pregunta; y aunque realmente están fuera de ella, una vez que S.S. las ha planteado, por deferencia con S.S. y por la gravedad de las cuestiones que ha iniciado, no puedo menos de decir algo, aunque muy poco, porque la cosa es demasiado grave para extenderse sobre ella en grandes consideraciones.

La cuestión de confianza los Gobiernos la plantean siempre que dudan de la de las Cortes, de la de la Corona, o les falta la propia. Pues bien; yo no tengo motivo ninguno para dudar de la confianza de las Cortes, y a la vista está, porque si tuviera yo motivos para dudar de la confianza de las Cortes, o mejor dicho, si yo no tuviera la confianza de las Cortes, no resonaría en el recinto de las Cortes la idea de que el Gobierno no debe plantear la cuestión de confianza en otras regiones y ante la Corona, porque entonces se plantearía aquí.

Hablar de estas cosas en el Parlamento, a mí, no solo me parece inconstitucional y antiparlamentario, sino que o juzgo un poco depresivo para la dignidad y para la altura del Senado. Porque los Gobiernos vienen por la confianza de la Corona, y en estos sistemas también por la confianza de las Cortes; luego la confianza de las Cortes es un dato esencial para la vida de los Gobierno; luego la confianza de las Cortes es la vida de los Gobiernos, es definida, es propia, es determinada, es conocida, es decisiva. (El Sr. Marqués de Sardoal: Decisiva, no). Decisiva hasta cierto punto. (El Sr. Marqués de Sardoal: Desde el momento en que es relativa, no es decisiva). En cuanto a las atribuciones que a las Cortes corresponden. (El Sr. Marqués de Sardoal: Perfectamente). Porque no me negará el señor Marqués de Sardoal que si unas Cortes se empeñan en que no viva un Gobierno, no vivirá. (El Sr. Marqués de Sardoal: Y aunque se empeñen en que viva, puede morir). Pero a pesar de eso pueden venir otras Cortes, y sin embargo. (El Sr. Marqués de Sardoal: Ésa es otra cosa). Por eso la influencia de las Cortes no se puede negar. (El Sr. Marqués de Sardoal: Ésa es una verdad de Pero-Grullo). Pues no será tal verdad de Pero-Grullo desde el momento en que S.S. ya me lo negaba. (El Sr. Marqués de Sardoal pide la palabra). [4118]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL